Mi nombre es Daniel —aunque en el mundo digital me conocen como Ryuuhubrisal—. Soy un joven dominicano de 25 años, nacido en Santo Domingo, criado en una familia creyente y forjado por la curiosidad, la escasez y la determinación.
Desde muy pequeño me sentí atraído por el misterio de cómo funcionaban las cosas. No crecí con tecnología a mi alcance, pero eso solo intensificó mi deseo de aprender. Cuando acompañaba a mi madre a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), me escabullía en la facultad de informática, donde observaba en silencio cómo los estudiantes programaban. Era solo un niño, sin computadora, pero con una imaginación encendida.
Cuando por fin tuve acceso a una laptop vieja —con el teclado dañado y apenas 1GB de RAM— no vi una limitación, vi una oportunidad. Aprendí a usarla con lo poco que funcionaba: instalé Linux, programaba en Bloc de notas, y exprimía cada recurso al máximo. Esa máquina fue mi primer laboratorio de aprendizaje real.
Mi primer celular fue una BlackBerry 8320, regalo de mi padre. Luego un Huawei Y220-U05 cambió mi mundo: descubrí Android, los APK, las ROMs, el kernel de Linux y sistemas como Ubuntu. A los 12 años ya desmontaba dispositivos, dañando algunos, arreglando otros, pero siempre aprendiendo. Cada error era una clase, cada intento fallido me daba más herramientas.
Modificaba juegos Java, exploraba servidores, usaba programas como PowerDirector para editar, FileZilla para subir archivos por SFTP, y navegaba foros como GSMHosting o canales de YouTube donde encontraba piezas sueltas de conocimiento que yo unía como un rompecabezas. Aprender se volvió una necesidad, una obsesión, una forma de vida.
Siempre fui buen estudiante. Me gradué de una escuela privada con excelentes calificaciones, siendo constantemente meritorio. Me apasionaba aprender, y esa pasión no ha cambiado. Hoy estudio por gusto, investigo por naturaleza y creo por vocación.
Más adelante me formé en instituciones técnicas como INFOTEP, perfeccionando lo que aprendí de manera autodidacta. Actualmente desarrollo aplicaciones Android, sitios web y soluciones impulsadas por inteligencia artificial, combinando creatividad, lógica y experiencia.
Pero más allá de los logros técnicos, mi filosofía es clara:
"El conocimiento sin cuestionamiento es ignorancia."
No creo en aprender por repetir, sino en comprender, experimentar y transformar. Y mi meta va más allá de lo profesional: quiero emprender y construir un futuro que me permita devolverle a mi familia lo mucho que hicieron por mí, aun sin tener casi nada.
Esta es mi historia: escrita con esfuerzo, teclas rotas, y sueños enteros.